Hola, mis queridos lectores, si es que aún conservo alguno. Reconozco que he estado muy vaga en los últimos tiempos. Vaga y falta de inspiración, también eso, pero parece que estos días tan raros que nos han caído encima pueden tener algo positivo, y no me refiero a darlo en coronavirus (risas enlatadas) si no a que la creatividad vuelva a aparecer. Como dice el refrán, cuando el confinamiento entra por la puerta, la creatividad cierra la ventana. Sí, me lo acabo de inventar y qué. Es mi blog y divago cómo quiero. Pero bueno, dejémonos de preámbulos a lo Hitchcock y comencemos con la historia de hoy.
Besitos virtuales. Nada de tocar.
CUARENTENA
No entiendo cómo la mayoría de la
gente se queja por pasar una cuarentena en su casa. Hoy en día tenemos casi de
todo a nuestro alcance tan solo pulsando una tecla. Puedes tener música, cine,
series, ver a tus seres queridos, dar tu opinión en foros, dejarte ver en
redes, vamos, lo que es tener una vida social muy ajetreada sin necesidad de compartir tu espacio físico
con ningún otro ser humano. Pero a mí me gusta compartir, soy de natural generosa
y además tengo la suerte de tener a mi lado a alguien que piensa como yo:
-
¿Verdad, querido Pau?
No podéis verlo pero está
asintiendo. Pau y yo no nos conocimos en
una de esas app. para ligar. Lo nuestro fue, como diría, algo más visceral.
Creo que fue amor a primera vista. Al menos yo lo sentí así cuando abrí la puerta y me encontré ante
su impresionante mirada azul. Me sonrío
y el día se volvió más brillante. Supe que no lo podría dejar escapar…y así
fue. Reconozco que me hice la desvalida
para hacerlo entrar en casa.
-Por favor, ¿me puedes dejar las
bolsas dentro? Es que hoy me he levantado con un terrible dolor de espalda y
apenas puedo moverme.
- No es lo normal, pero le haré
el favor. Aunque es mejor que no se
enteren mis jefes. Son muy estrictos con las normas.
Tenía una voz embriagadora y me
sentí borracha de él. Cuando pasó por delante de mí no me lo pensé dos veces y
le golpeé con el bate de béisbol que tenía detrás de la puerta para casos
excepcionales. Cayó a mis pies, como no podía ser de otra forma. Pocos hombres
se me resisten…
Y ahora, gracias a las compras
online tengo un compañero de cuarentena maravilloso. Sé que cuando este
confinamiento termine él no saldrá de mi vida, se quedará conmigo para siempre.
Como los demás. Porque efectivamente, ahora sin salir de casa puedes tener de
todo, aunque no quieran.
Reconozco que es tan fácil dejarse llevar por la apatía. Ya hace años que no publico en mi blog, creo que porque se me fue mi mayor inspiración. Él solía contarme historias de cuando el tiempo era más lento, más visceral y humano.
ResponderEliminarMe gusta leer tus historias, siempre me sacan una sonrisa al ver tu lado malvado.
Bueno, voy a seguir que he visto que tienes más cositas por aquí.