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jueves, 20 de agosto de 2015

Educación o evolución








Una cosa está clara, las nuevas tecnologías están cambiando nuestra manera de relacionarnos con el mundo e incluso de relacionarnos con otros seres humanos. Antes, y tampoco tengo que remontarme a tantos años, los vecinos éramos prácticamente familia. Siempre dispuestos a compartir nuestros huevos con quien los necesitara. Que una tortilla sin huevos a la hora de la cena es algo muy triste; y la tristeza era algo que no se toleraba en una buena comunidad vecinal. Si alguno de los integrantes de la colmena se levantaba tristón u ojeroso y se cruzaba en la escalera con la vecina del segundo, ésta, muy amablemente se interesaba por su estado y hacía partícipe al resto de la información obtenida para hacer una valoración conjunta. Si ahora ocurriera eso, tacharíamos de cotilla a la vecina y alrededores.
 Nos hemos vuelto más hoscos con el trato puerta a puerta. Ahora lo que se lleva es el trato pantalla a pantalla. Mucho más aséptico, ¿dónde va a parar? Pero claro, hay cosas que yo no termino de ver correctas, quizá sea que esté chapada a la antigua, pero a mí no me hace ninguna gracia que mientras atiendo a un cliente, éste esté pasando muy mucho de mí por seguir con su conversación telefónica. Me siento transparente. Completamente ignorada. ¿A fin de cuentas quién soy yo? Solo la persona que te ha sacado de un pequeño apuro al venderte algo que necesitabas y que tú has venido a buscar, que yo no te he obligado a venir. No crees que al menos merezco que me mires o que me des las gracias. Pero claro, eso sería dejar colgado durante medio segundo a la persona que tiene al otro lado, que sea quien sea, en estos tiempos siempre es más importante que la que tenemos delante.
Algo que también me molesta, quizá pueda ser yo un poco tiquismiquis, es que si estoy atendiendo a alguien, este alguien me ponga al teléfono a un desconocido para que me explique las necesidades propias o de algún otro. Por favor, que yo no me pongo en la oreja el móvil de cualquiera. A saber la de gérmenes que tendrá eso. Y una, además de tiquismiquis es escrupulosa. Cosas de mi educación como dama de alta sociedad en barrio obrero.
Pero y qué me decís de las quedadas entre amigos. Pueden ocupar una mesa durante toda una tarde y apenas dirigirse tres palabras, aunque sin parar de enviarse whatsapp durante todo el rato. Me recuerdan a los pájaros cuando están en el cable de la luz. Todos juntos pero sin mirarse.


Aunque he de reconocer que lo más sangrante es el daño que han hecho a las relaciones sexuales. 
Tuve un noviete que estaba tan apegado a su móvil, que una vez, estando en plena faena recordó que se había dejado el móvil en el bolsillo del pantalón. Cortó el momento íntimo para ir a buscarlo, no fuera que le llegara algún mensaje importante y él no lo leyera ipso facto. Por supuesto, acabé dejándolo y no a medias, como él me dejó a mí, sino por tuiter. Estoy segura que por ahí se enteraría antes que si se lo decía de viva voz.
Pero bueno, la sociedad avanza y las relaciones no sociales con ella. Así pues, toca renovarse o...seguir con nuestra trasnochada educación. Tú decides.