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viernes, 24 de abril de 2015

Ojos que no ven...cuidado, que te enamoras.




No hay ciego más grande que el que no quiere ver, y yo estaba ciega, ciega por él.  Quería ver lo que él veía, y lo que realmente pasaba es que veía lo que él me quería mostrar, que es algo muy distinto.
Mis amigas intentaban hacerme entrar en razón. Ese tío no es para tí- me decían; pero aparte de ciega, también estaba sorda. El amor es una enfermedad que nos impide pensar con claridad.
La cuestión es que cuando desapareció, dejando como única despedida una breve nota en la almohada, me vine abajo.
No tenía ganas de salir, no tenía ganas de nada. Mi vida consistía en trabajar y vegetar delante de la tele o delante de un libro abierto al que no le pasaba nunca las páginas.
Una noche de sábado, encendí el ordenador y me metí en mi cuenta tuitera. Hacía mucho que no pasaba por allí, y se notaba. Había perdido a gran parte de mis seguidores. En realidad me daba igual. Apenas conocía a ninguno.
Comencé a navegar de perfil en perfil, dando al seguir un poco al tun tún, y uno de esos perfiles también me empezó a seguir. Tenía nombre de héroe clásico, seguramente no era el suyo, yo tampoco me presentaba con el mío. La cuestión es que aquel héroe, aquel Aquiles, me envió un privado.
- Hola, tú también te has quedado en casa?
Dudé unos instantes en contestarle, pero finalmente lo hice. Me sentía arriesgada aquella noche.
Y aquella noche tampoco dormí, pero no fue por las lágrimas y los malos recuerdos, si  no por la interesante conversación de mi compañero virtual. Descubrimos que teníamos muchas cosas en común. Hablamos de cine, de libros y de mil vivencias...
Durante varios meses no hubo noche que no conectáramos. Y fue precisamente una de estas noches cuando intercambiamos nuestros teléfonos y nos pasamos unas fotos. Él se parecía muchísimo a mi ideal de tío. Y cuando  escuché su voz la sonrisa me iluminó la cara. Tenía una voz preciosa. Tibia, aterciopelada, sensual y varonil. Nuestros contactos virtuales, se convirtieron en orales y nuestras charlas cada vez iban profundizando más en nuestras vidas. En una de nuestras múltiples conversaciones me dijo donde trabajaba. Era una ciudad distinta de la mía, pero no demasiado lejana. Quizá algún día podríamos quedar.
Siempre comentábamos esa posibilidad, la de quedar algún día y tomar unas cervezas juntos. Pero el tiempo pasaba y no llegábamos nunca a concretar nada.


Llevábamos ya casi un año de relación, cuando una amiga mía me convenció para que la acompañara a buscar trajes de novia a la ciudad donde mi amigo-amante-amor-secreto-virtual trabajaba. Bien, por fin se presentaba una oportunidad para conocernos. Decidí darle una sorpresa y presentarme en su oficina sin decirle nada. La sorpresa me la llevé yo!. Reconocí su voz nada más entrar en el ascensor. Bueno, tenía una voz tan preciosa que era normal que la hubieran aprovechado para eso. Claro, que tambíén era su voz la que escuché por megafonía llamando a alguien a un despacho. Me extrañó. Me acerqué a la recepcionista y le pregunté por Aquiles
- Qué Aquiles?
Le dije el apellido..Batty (Me había contado que su padre era inglés).
La chica se quedó pensativa y en ese momento se escuchó la voz de él.
- Es él. Esa es su voz.
- No puede ser!... Ese es nuestro prototipo de replicante.
-¿Cómo?
La recepcionista me contó a grandes rasgos que mi querido Aquiles era en realidad  una máquina. Un prototipo muy avanzado de replicante, que se parecía enormemente a un ser humano. Incluso se dice, me dijo a modo de secreto, que pueden tener sentimientos.
Todo me empezó a dar vueltas y antes de desplomarme delante de aquella mujer, salí a la calle como pude.
Le dije a mi amiga que  nos fuéramos, que no me encontraba bien. Y sin darle más explicaciones nos largamos sin amigo-amante-secreto-virtual, ni traje de novia.
He decidido que ya que soy una ciega emocional, al menos, que los tíos que me engañen existan de verdad, y si tengo que darles un bofetón en un momento dado, que les duela.
¡Hasta aquí mi historia!
Moraleja: Todos los tíos son iguales. Hasta los que no son de carne y hueso.


5 comentarios:

  1. Buenas, Melibea.
    No hay mejor relato que aquel en el que, como inocente cervatillo, te sumerjes en él y te lo crees a pies juntillas. Bien podía ser una historia real, cambiando replicante por tuitero, y ya tienes un cuento de lo más actual.
    Vuelves a sorprenderme con tu ágil escritura, haciéndome dudar de si escribes desde una desbordante imaginación o de una amplia experiencia.
    Espero con ansias... Jajaja...tu nueva entrega. Besos y abrazos.

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  3. Gracias por tu comentario, querido amigo. Reconozco que esta vez me he inspirado, no en propia experiencia, pero sí en una película. Her

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  4. Mal rollo, Melibea. El entusiasmarte virtualmente tiene también sus riesgos, jajajajajajaja.
    Me ha encantado. Como siempre. Me encantaría que hicieran una peli con esta historia.

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  5. LLegaste al nirvana y se te antoja quejarte, pasaste de una relacion 2.0 a una 3.0, yo casi que lloro pensando en el pobre robot parloteador, el tan enfocado (así son los ingleses) en el contenedor del alma y tú empeñada en cosas del alma, eres una desalmada.
    jajaaj genial el texto

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