De todos es bien conocido que los tacones no son los mejores amigos de una mujer cuando tiene que escapar a la carrera de las garras de un pesado, en un primer momento, a un psicópata, después de decirle que no estás interesada en su conversación ni en él. Correr descalza por el frío y duro asfalto tampoco mejora las cosas. Lo que sí hizo que empezara a mejorar mi suerte, fue el luminoso que se vislumbraba en un callejón, donde se indicaba que allí había una librería: Librería de guardia. Raro nombre y peor localización no podría imaginar, pero no estaba como para hacer ascos a las sorpresas que te presenta el destino y decidí cruzar el umbral que me separaba de un sádico a un...librero.
El librero en cuestión era un tipo alto, enjuto, media melena canosa, gafas de pasta, negras , nariz ganchuda y voz cavernosa:
- ¿De qué o de quién huye?- me preguntó mientras me miraba como se mira a alguien que entra corriendo a tu local en mitad de la noche y con poca pinta de buscar lectura por no poder dormir.
- De lo de siempre, el aburrimiento, el pesado de turno, una mala copa...por cierto, ¿me puede dejar su teléfono? el mío se ha quedado sin batería y me gustaría llamar a un taxi.
- Le sugiero que si quiere huir de todo eso que me ha dicho lo mejor que puede hacer es escoger un libro. Si da con el adecuado puede ir a cualquier lugar, incluso a su casa.
Me di cuenta que al igual que Alicia, había topado con mi propio sombrerero loco, pero camuflado de librero. Decidí que lo mejor era salir de allí e intentar llegar a casa por mis propios medios, pero cuando vi a través del escaparate, que el puñetero loco me había seguido y andaba rondando por allí, no me pareció tan mala idea agarrar un libro y ponerme a leer. Empezaba así:
"Llamadme Ismael...."
De repente aparecí en un barco.
- ¿Qué? ¿Cómo? ¿Pero qué es esto?
- Actúa con naturalidad-me dijo una voz. - Soy tu narrador y te guiaré para que llegues sana y salva a tu destino...más o menos.
- ¿Más o menos sana y salva o más o menos a mi destino?
Aquello no podía estar pasando, y desde luego tendría unas palabras con el camarero que me había servido la última copa. Pero la realidad es que estaba allí y no sabía muy bien por qué.
- Ballena a la vistaaaaaaaa.
NO, eso sí que no. Por nada del mundo iba a dejar que unos palurdos mal vestidos me llamaran ballena, pero la verdad es que ninguno me miraba a mí. Solo tenían ojos para ella. La ballena asesina.
Continuará.....
Si leemos el mismo libro, ¿podríamos compartir la aventura? Desde aquí ya se vislumbra la ballena.
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