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domingo, 19 de noviembre de 2017

Vecinos





   Mis amigas se habían empeñado en que esa noche tenía que ser especial. ¿Qué tiene de especial cumplir años? Todo el mundo lo hace. A mí cuando era jovencita me hacía ilusión celebrarlo, pero a medida que iban pasando los años las ganas de celebración iban mermando hasta llegar al punto que casi deseaba que esa día pasara desapercibido. Pero no, este año había que celebrarlo por todo lo alto.
- Es un número muy importante en la vida de toda persona.
- Es tan solo un número y tiene la importancia que cada uno quiera darle. En mi caso ninguna.
- Da igual lo que pienses. Ponte unos tacones, el vestido rojo y a quemar la ciudad. A ver si con tanto incendio hacemos que aparezca el cuerpo de bomberos y nos dan un buen meneo con la manguera.
- Que tontaina eres.
La que así  hablaba era mi amiga Berta. Había roto su relación de toda la vida hacía menos de seis meses y estaba pasando por una etapa de locura adolescente. No había fin de semana que no se apuntara a un sarao, y se pasaba la vida convenciéndome para que la acompañara. Yo siempre solía negarme, pero claro, aquella vez se trataba de la celebración de mi cumpleaños y me parecía feo no aparecer.
Y aparecer aparecí por casa casi amaneciendo. Reconozco que la noche había estado muy bien. La cena en el restaurante de moda había sido exquisita. Breve, como en todos estos lugares tan finos, pero de sabores intensos. Y luego seguimos con unas copas y finalmente acabamos en una disco donde pinchaban música de los 80 y acabamos dándolo todo.
Lo primero que hice fue descalzarme e ir al frigo a tomar un vaso de leche. Estaba en la cocina cuando oí unos golpecitos en la puerta principal. Pensé que me lo había imaginado, pues ¿quién a las seis de la mañana llamaría a mi puerta? Sin embargo los volví a escuchar y no me quedó más remedio que acercarme a la puerta y mirar por la mirilla. Allí estaba mi vecino Ángel y otro chico.
- ¿Abro o me hago la dormida? me pregunté a mí misma.
Decidí abrir porque el vecino me caía muy bien y esa misma semana me había ayudado con un problemilla informático.
- Disculpa, pero es que me he dejado la llave dentro y mi hermano, que tiene otro juego, está de vacaciones y llega hoy a eso del mediodía. Y bueno, sé que es abusar pero ¿nos podrías dar cobijo durante unas horas a mi amigo y a mí hasta que podamos ir a casa de mi hermano y recuperar la llave?
Me quedé un poco sorprendida por la petición, y mientras mi lado racional me decía que ni de coña los dejara pasar el resto de la noche en casa, mi parte loca y misionera decidió despertar y gritarme que bien podría empezar la jornada con la buena acción del día.
- Está bien, os podéis quedar en el sofá del comedor. No es muy cómodo pero no tengo ninguna cama libre.
- No te preocupes, en cuanto el bar de abajo abra, nos vamos a desayunar y ya haremos tiempo. Y por cierto, este es mi amigo Andrés. Que nos hemos puesto a hablar y no te lo he presentado.
Andrés era un hombre alto, cercano al 1,90. Musculoso sin ser exagerado y con unos ojos color miel que quedaban estupendos con la sonrisa que le iluminaba la cara.
- Te agradecemos que nos recojas. Hace una noche de perros como para quedarse fuera.
Me lanzó una mirada de las que atraviesan corazas y queman corazones y me sorprendí a mí misma sonriendo con cara de boba y diciendo que no me importaba que pasaran el resto de la noche y el tiempo que necesitaran hasta que pudieran entrar en su casa.
- Eres muy amable; pero es algo que ya intuía. Tu sonrisa cada vez que nos encontramos en las escaleras y tu voz saludándome ya me daba pistas de lo buena chica que eres.
Mientras Ángel me hablaba así, adulándome y acercando sus labios a los míos. Andrés me cogía la cintura desde atrás y me empezaba a besar el cuello.
Aquello se me estaba escapando de las manos. No quería que pensaran que yo era lo que no era, pero aquel juego me gustaba y me dejé hacer. Sin saber muy bien cómo, Andrés metió sus manos por debajo de mi camiseta y empezó a masajeárme las tetas. Me encontré a mí misma gimiendo y volviendo la cabeza para encontrar sus labios y besarlos; mientras, Ángel me bajaba los pantalones, las bragas y  se ponía de rodillas para besar mi sexo. Abrí las piernas para facilitar su labor. Después de saciarse me besó y me encontré saboreándome en sus labios. Mientras él me besaba, Andrés decidió atacar desde atrás y tras jugar sus dedos en mi culo...el despertador sonó y de un manotazo lo tiré al suelo.
No era justo, ahora que me estaba divirtiendo tenía que volver a mi vida gris y anodina. Después de una ducha y un café cargado salí de casa a toda prisa porque iba con el tiempo justo, y justo a tiempo pude chocarme con mi vecino, que volvía de su turno en el curro.
- Disculpa, es que voy como una loca porque no llego a tiempo a la oficina.
- Demasiado estrés en tu vida. Tienes que tomártelo con calma. Un día si quieres quedamos con un amigo que es monitor de yoga y que nos de una clase para relajarnos.
Le miré y sonreí.
- Pues puede ser una buena idea. No se me ocurre nada mejor que una clase de yoga...para relajarnos.


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