Me habían llegado muy buenas críticas de este libro al que durante mucho tiempo no pude acceder por estar agotado, así que cuando volvió a estar disponible me lancé a él cual locuela a su ídolo. Error: no hay que divinizar a los ídolos porque son tan humanos y pedorros como podemos serlo nosotros, y tampoco hay que hacerlo con los libros, al menos con este.
Os haré un breve resumen con spoiler y todo lo demás.
El prota es un hombre con una enfermedad mortal que decide hacer un último viaje antes de partir al más allá, y en su periplo se topa con la foto de una actriz de finales del XIX de la que se enamora perdidamente. Ni corto ni perezoso toma la determinación de cruzar un océano en el tiempo, sin ser él Drácula ni nada, y con el poder de su mente y repitiendo un mantra machacón, voilá, aparece en 1896. La señora cuando lo ve se enamora perdidamente de él, porque ya se lo predijo una gitana y es lo que tenía que hacer. El amor de estos dos es más frío que chupar un helado de menta en Siberia, pero si a ellos les vale quién soy yo para criticar. La relación dura poco porque el tiempo es caprichoso y decide enviar de vuelta al hombre a su tiempo porque el billete no da para viajar más. Fin del trayecto.
Espero que os haya gustado mi humilde reseña y os haya abierto el apetito por la lectura 🤤